Javier Echeverría, por su parte, fiel a su caracterización del
`tercer entorno´ (E3) como espacio social pleno, insiste en la necesidad de
"transferir a E3 los diversos escenarios educativos (...) y crear otros
nuevos (musicales, cinematográficos, televisivos, etc.)" (Echeverría, 2000b, p. 45). En consecuencia, y
además de laactividad investigadora, propone los
siguientes escenarios
educativos en E3:
· Escenarios
para el estudio (telepupitre, teleescuela siempre abierta, a la que se puede
acceder desde casa o la escuela...)
· Escenarios
para la docencia (aulas o campus virtuales, teletutor...)
· Escenarios
para la interrelación (equivalentes a los pasillos, rincones, teatros,
cines....; por ejemplo, se trata de enseñar al alumnado a diseñar su imagen
digital, a moverse, a dirigirse a otras personas..., lo que es tan importante
como lo académico)
· Escenarios
para el juego y el entretenimiento como "patios electrónicos"; afirma
el autor que "es indispensable si de verdad se quiere crear un sistema
educativo y no simplemente una academia a distancia" (Echeverría, 2000b,
p. 44), por lo que "el telepatio
de colegio ha de ser diseñado
con extremo cuidado, porque buena parte de los procesos de socialización y de
adaptación real al nuevo espacio telemático tendrán lugar en esos ámbitos, que
han de ser netamente interactivos y deben propiciar la invención y la
creatividad" (Echeverría, 2000b, p. 45).
Tal como recogemos en el apartado dedicado a analizar la relación
general de las TIC y la educación, Echevarría defiende en este y otros textos
la necesidad de generar espacios educativos específicos en `Telépolis´
(Echeverría, 2000a; 2000b), aunque pensamos que la existencia de escenarios
específicamente educativos no puede eliminar la conexión con el resto de
escenarios: dado que defendemos una educación no volcada hacia sí misma,
tampoco "lo virtual" debe constituir un campo aparte.
Esta misma tendencia `educativista´ e incluso de imitación de lo
`escolar´ como ámbito excesivamente específico, se advierte en Joaquim Prats,
cuyas propuestas siguen las de Echevarría, pero las concreta de forma más
cerrada, pues llega a proponer la elaboración de materiales graduados por
edades y niveles, a semejanza de los materiales didácticos habituales (Prats,
2002). No nos atrevemos a decir que sea malo el que existan materiales
didácticos en Internet, pero parece que, a no ser que se quieran adaptar los
intereses editoriales a las nuevas tecnologías, no parece que sea lo más
interesante de cara a una renovación de los formatos educativos: sustituir un
libro de texto en papel por un virtual puede tener ventajas e inconvenientes,
pero desde luego no utiliza todo el potencial de las TIC ni supone ningún
cambio significativo en la educación.
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